Microbiota vaginal: actuar sobre su equilibrio

30 de Septiembre de 2019

Micosis, vaginosis, vaginitis o cistitis…, los trastornos genitourinarios causados por un desequilibrio de la microbiota vaginal son numerosos. La microbiota vaginal, compuesta de bacterias lácticas que evolucionan en comunidades y que tapizan las paredes vaginales para crear una capa protectora, desempeña un papel importante para la salud. 

 

¿Qué es la microbiota vaginal? 

Las microbiotas, únicas para cada ser humano y pobladas por miles de millones de microorganismos, tapizan nuestras mucosas y nuestra piel para proteger al organismo. Se habla de microbiota bucal, microbiota intestinal y microbiota vaginal. 

Esta última está compuesta en un 95 % de bacterias llamadas lactobacilos, que aparecen en la pubertad y constituyen la flora de Döderlein (llamada así por el nombre del ginecólogo, Alfred Döderlein, que la describió por primera vez en 1892). Estos lactobacilos dependen totalmente de la impregnación estrogénica. Su papel es esencial: sobre todo, inhiben el crecimiento de los patógenos, limitan su expansión e impiden la formación de biopelículas patógenas, a la vez que estimulan los procesos inmunitarios locales. Su deficiencia –relacionada, por ejemplo, con una carencia estrogénica, un uso prolongado de antibióticos, el tabaco o errores higiénicos– favorece la aparición de infecciones de origen endógeno (candidiasis, vaginosis bacteriana, vaginitis aerobia o también cistitis), pero también exógenas, como las infecciones de transmisión sexual.

 

¿Cuál es el ciclo de la microbiota vaginal?

Varias fases son determinantes para la composición de la microbiota vaginal. Durante la infancia y la adolescencia, la flora vaginal se enriquece poco a poco en lactobacilos, que acaban por formar el 95 % de la flora vaginal. Cuando se inician las menstruaciones y después, durante los periodos de menstruación, la composición de la flora vaginal evoluciona2. El embarazo constituye también una etapa durante la cual la flora vaginal de la futura madre cambia. Después, en la menopausia, se observa una disminución progresiva de los lactobacilos. La flora de protección vaginal se modifica y da lugar a una sensibilidad mayor a las infecciones, como las vaginitis.

¿Cómo protege la microbiota vaginal al organismo?

Los lactobacilos forman una biopelícula que tapiza la mucosa vaginal. Por lo tanto, el medio está protegido contra la agresión de microorganismos, responsables de infecciones diversas a través de diferentes mecanismos1.
El pH es un buen indicador del equilibrio de la flora vaginal. Sin infecciones, el pH es cercano a 4 (excepto en periodo de menstruación, en que el pH aumenta).

Una relación estrecha entre microbiota vaginal y microbiota intestinal

La microbiota vaginal «hereda» cierto número de bacterias de la microbiota intestinal. Por ejemplo, el tipo Candida albicans, implicado en las candidiasis, también está presente en la microbiota intestinal. Por otra parte, el tubo digestivo constituye su «reservorio» principal. Puede formar parte de ella en estado latente durante toda la vida del huésped. El paso del estado de colonización al de infección (o candidiasis) se inicia con una disminución de las defensas, un desequilibrio de las microbiotas o por influencia de factores favorecedores.
Además, en las situaciones de cistitis, generalmente un germen de la microbiota intestinal es el que, por vía ascendente, consigue colonizar las vías urinarias y produce la infección.
Por eso, será importante no solamente restablecer el equilibrio de la microbiota vaginal, sino también el de la microbiota intestinal, pues las dos están estrechamente relacionadas.

Microbiota vaginal: los riesgos del desequilibrio

Numerosos factores relacionados con el entorno o el modo de vida desequilibran la microbiota vaginal: embarazo, tratamientos antibióticos y antifúngicos, toma de anticonceptivos orales, terreno inmunodeprimido...

Una microbiota vaginal desequilibrada se vuelve vulnerable y se expone a la contaminación por un agente patógeno, que también podría contaminar el aparato urinario (la uretra de la mujer es muy corta) y colonizar la vejiga para producir infecciones urogenitales múltiples.

 

Entre las más corrientes:

  • Las infecciones vaginales –como las vaginosis bacterianas, tricomoniasis (infección) o candidiasis vaginales– representan el motivo de consulta médica más frecuente en la mujer adulta4.

→ La vaginosis bacteriana se caracteriza por una alteración del ecosistema vaginal durante la cual la flora de Doderleïn se sustituye por una asociación bacteriana constituida por Gardnerella vaginalis en el 95 % de los casos, especies anaerobias diversas (Bacteroides spp., Porphyromonas spp., Peptostreptococcus spp. y Mobiluncus spp.) en el 75 % de los casos y también micoplasmas5. Generalmente, es benigna, excepto para las mujeres embarazadas, en las que puede tener consecuencias a veces graves (prematuridad, bajo peso al nacer...).

→ La candidiasis vulvovaginal es una infección de la vagina o la vulva provocada por las levaduras del género Candida. Se manifiesta por la presencia de leucorrea (flujo) abundante blanquecina de aspecto grumoso y por un prurito agudo (sensación de picor), que puede evolucionar hacia una sensación de quemazón.

  • Las infecciones urinarias, como la cistitis, consisten en una inflamación o una infección de la vejiga que provoca sensación de ardor, necesidad dolorosa de orinar y orina turbia o maloliente… La bacteria Escherichia coli es el principal patógeno implicado en las infecciones urinarias en el 75 a 90 % de los casos. Las recidivas son frecuentes, puesto que el 20 % de las mujeres que tienen una primera infección urinaria tendrán una segunda6.

El arándano rojo7 (o cranberry) y el ortosifón8 son plantas especialmente recomendadas en caso de cistitis: poseen propiedades antiadherentes, antibacterianas, antiinflamatorias o diuréticas.

 

¿Cómo prevenir mejor las infecciones urogenitales?

 

El trío de plantas, probióticos e higiene de vida es interesante desde el punto de vista de la prevención de las infecciones de la esfera urogenital.

Plantas

El regaliz posee propiedades antiinfecciosas9 que pueden resultar útiles para el tratamiento de la vaginosis o la candidiasis. Las plantas ricas en taninos, como la alquimilla, también son interesantes en caso de micosis vaginales o intestinales por sus propiedades antimicrobianas.

Probióticos

Son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud10. Los probióticos han demostrado su interés en el tratamiento de las candidiasis. Pueden actuar para restablecer el equilibrio de los diferentes ecosistemas afectados (microbiota intestinal y vaginal), tanto por vía oral como por vía local. 

Reglas de higiene de vida

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda evitar las duchas vaginales, la toma de antibióticos y los productos de higiene íntima demasiado agresivos, así como el uso regular de ropa interior sintética o demasiado apretada.
Se recomienda beber de 2 a 2,5 litros de agua al día para evitar el estancamiento de la orina en la vejiga y orinar antes y después de cada relación sexual para eliminar las eventuales bacterias. La detención del consumo de tabaco debería recomendarse, puesto que este último constituye un factor de riesgo de infecciones vaginales.

Para recordar

  • La microbiota vaginal es una flora frágil compuesta por lactobacilos (bacterias lácticas) que sirven para proteger de las infecciones. 
  • La microbiota vaginal «hereda» cierto número de bacterias de la microbiota intestinal; por otra parte, el tubo digestivo constituye su «reservorio» principal. Por lo tanto, es interesante reequilibrar estas dos microbiotas estrechamente relacionadas.
  • Varios factores pueden desequilibrar la microbiota vaginal: embarazo, tratamientos antibióticos y antifúngicos, toma de anticonceptivos orales, terreno inmunodeprimido...
  • El trío de plantas, probióticos e higiene de vida se muestra útil para prevenir las infecciones urogenitales.

Referencias

  1. Lepargneur, J. P. & Rousseau, V. (2002) Protective role of the Doderlein flora. J. Gynecol. Obstet. Biol. Reprod. (Paris) 31: 485-494.
  2. Wilks M, Tabaqchali S. (1987) Quantitative bacteriology of the vaginal flora during the menstrual cycle. J Med Microbiol; 24 : 241-5.
  3. Cravello L. Infections génitales de la femme. Leucorrhées. Service de gynécologie-obstétrique B, hôpital de La Conception, 13385 Marseille Cedex 05
  4. CHRU Lille. Pertes vaginales. (2008). http ://centreplanif.chru lille.fr/doc/InfectionssexuellementtransmissiblesetSIDA/64292_1lesperte.pdf (consulte juin 2014)
  5. Eschenbach, D. A. (1993) History and review of bacterial vaginosis. Am J Obstet Gynecol 169 : 441-445
  6. Cystite récidivante. CHU Henri Mondor, service d’urologie : http://urologie-chu-mondor.ahpp.fr/_poles_cliniques/cystite%20recidivante.htm> (consulté le 25 août 2015)
  7. Hisano, M., Bruschini, H., Nicodemo, A. C. & Srougi, M. (2012) Cranberries and lower urinary tract infection prevention. Clinics (Sao. Paulo) 67 : 661-668
  8. Rafsanjany, N., Lechtenberg, M., Petereit, F. & Hensel, A. (2013) Antiadhesion as a functional concept for protection against uropathogenic Escherichia coli : in vitro studies with traditionally used plants with antiadhesive activity against uropathognic Escherichia coli. J Ethnopharmacol. 145 : 591-597.
  9. Tanaka, Y., Kikuzaki, H., Fukuda, S. & Nakatani, N. (2001) Antibacterial compounds of licorice against upper airway respiratory tract pathogens. J Nutr Sci Vitaminol. (Tokyo) 47: 270-273.
  10. FAO/WHO. Health and nutritional properties of probiotics in food including powder milk with live lactic acid bacteria. 2001; ftp://ftp.fao.org/docrep/fao/009/a0512e/a0512e00.pdf

 

Fuente original del artículo: https://www.pileje.es/revista-salud/microbiota-vaginal-actuar-sobre-su-equilibrio